Estimados amigos, estimados familiares
Hoy quiero expresar mi profunda satisfacción a una persona que no solo significa respeto y admiración para sus familiares, amigos y conocidos; estos sentimientos involucran a toda la comunidad de la Región y especialmente a los sullaneros. Se trata del ilustre ciudadano, natural de Paita, don Reynaldo Gustavo Moya Espinoza. El pasado 17 de setiembre se conmeró los 100 años de su natalicio, y estuvo con nosotros hasta los 92 años de vida, falleciendo el 8 de octubre de 2012. Toda su vida fue un ejemplo de civismo, constancia, templanza y amor por el prójimo, así como por la patria chica, Sullana, ciudad a la cual conoció desde su muy tierna infancia en 1923 cuando su padre, el normalista Gustavo Moya Jiménez fue nombrado Director de la escuela estatal de varones No 1031, hoy José Cardó.
Cuando leemos su currículo personal y cultural así como su biografía vemos la calidad de ser humano que fue, se dio tiempo para muchas cosas y en todos los asuntos en que intervino, dejó su huella de éxito, de sacrificio, de honestidad y el espíritu de servicio a la comunidad. Durante toda su etapa escolar ocupó siempre el 1er lugar en su clase. Cuando postuló a la universidad, logró ingresar en dos facultades, Letras y Contabilidad, eligió estudiar la segunda, la cual termina en 3 años llevando 17 cursos por año, además culminados dichos estudios en la misma universidad de Trujillo, realiza estudios completos de Doctorado en Ciencias Comerciales. Durante su permanencia en Trujillo se enrola para hacer su servicio militar obligatorio y después de un tiempo, es licenciado con el grado de Subteniente de Reserva del Ejército Peruano, no solo por su desempeño académico sino también por comandar con éxito un pelotón de subalternos. Motivos familiares en 1945 lo traen de regreso a Sullana. Ciudad en la cual fija su residencia y nunca más se alejó de ella, tan solo para asuntos propios de la actividad que estaba desempeñando en ese momento.
En Sullana contrae matrimonio con la dama sullanera Julia Alicia Estrada Távara, en febrero de 1948 y fruto de su amor tuvieron a sus hijos: Gustavo, Ana Consuelo (+), María Alicia, María Lucía Patricia y Virginia María Luisa.
Durante su permanencia en Sullana como profesional, educador, periodista e historiador ha desarrollado una vasta actividad en beneficio de la colectividad local y regional, motivo por el cual su familia, hijos naturales y políticos, sobrinos, nietos, bisnietos así como demás familiares en honor a su memoria el próximo 8 de octubre, fecha en que se cumplen 8 años de su partida, lanzará a la opinión pública en general un resumen de todo lo acontecido en su vida en un documento denominado: “VIDA Y OBRA DE REYNALDO GUSTAVO MOYA ESPINOZA” , el cual lo podrán leer en el blog creado para honrar su memoria reynaldomoyahistoriador.org
La publicación de su obra, una a una se publicará en este blog de manera paulatina, en la medida que se vayan recopilando sus escritos desde sus archivos, tanto manuales como digitales. Algunas obras ya han sido publicadas por el autor y circulan en diferentes blogs actualmente en la web, pero algunas no pueden ser leídas por problemas con el buscador y porque otras personas particulares solicitan un pago previo. La familia desea tener toda su obra junta en su propio blog: reynaldoespinozahistoriador.org, los libros publicados y los que aún son inéditos, como también los diferentes ensayos cortos que ha dejado escritos el historiador sobre hechos históricos de la región. Algunos de sus libros podrán ser leídos y/o consultados a continuación e inmediatamente el mismo día 8 de octubre en que se lanzará el blog.. Toda su obra será de conocimiento y de uso universal gratuito para beneficio de todos, cumpliendo con el deseo y espíritu de servicio que caracterizaba a don Reynaldo Moya Espinoza. Algunos ejemplares por ser originales y no haber contado con la revisión del editor tendrán posiblemente algunas inadvertencias gramaticales, por lo que agradeceremos su comprensión. De igual manera estimado lector, si alguno de usted posee un escrito, ensayo, o investigación alusiva a la obra de Don Reynaldo, que considere pertinente incluirla en esta red, mucho agradeceremos pueda comunicarse con nosotros para proceder a su incorporación. Es entendible que a Don Reynaldo en su proceso de investigación de hechos históricos y luego en el análisis de temporalidad y causalidad de lo sucedido para tener una comprensión de los mismos, haya podido como ser humano situarse en su presente y quedarse corto en su comprensión de nuestra historia. De allí que sería muy enriquecedor engrandecer su obra, con aportes adicionales que usted pueda disponer. Finalmente, mucho agradeceríamos también podamos contar con su amabilidad de difundir este blog, reenviándolo en las redes sociales a las que pertenece. Creemos que es importante conocer nuestra historia y orígenes, para reforzar nuestra identidad especialmente en esta época tan vertiginosa de cambios.
Eduardo H. Garcés Cruz
El 8 de octubre de 2012 dejó de existir nuestro amigo Don Reynaldo Gustavo Moya Espinoza, hombre trabajador y disciplinado, preocupado por rescatar la historia piurana y sullanera, admirador y promotor del conocimiento de Miguel Grau Seminario y del beato Juan Pablo II, según testimonio recibido de su querido hijo Gustavo.
Sus obras más importantes son: “Breve Historia de Piura”, “Diccionario Biográfico Regional”, “Tiempos Prehispánicos”, “Grau, el Peruano del Milenio”. Fue promotor de cuatro colegios de gran trayectoria y peso para nuestras familias. Fundó y fue director del diario “El Norte” que todavía circula entre nosotros. Si la medida de un hombre es el consejo evangélico que dice: “Un árbol se conoce por sus frutos”, creo que todo lo que hizo y amó don Reynaldo habla y dice qué clase de persona fue. Murió a los 92 años y era natural de Paita.
Quiero resaltar dos cosas a propósito de su vida. La primera es comparar cómo se vive y cómo se muere hoy en el Perú y lo segundo, por qué es valiosa una vida dedicada a rescatar la historia de nuestras ciudades y su gente. Respecto a lo primero, mientras velábamos el cadáver de Don Reynaldo yo pensaba y notaba qué aprecio y cariño a su persona y su familia invadía el local donde estábamos. Cuando hablé con su hijo y escuché el testimonio de uno de sus sobrinos que dijo: “mi tío ha sido un hombre que ha sabido servir, y por eso quiero agradecerle públicamente, porque el que no vive para servir, no sirve para vivir”, frase atribuida al célebre escritor indio Rabindranath Tagore. La Madre Teresa de Calcuta, decía que “el fruto de la fe es el amor y el fruto del amor es el servicio”. Me parece, pues, que la vida de nuestro amigo fue precisamente eso, servir y estar preocupado por la mejora de la vida sobre todo cultural y espiritual de Sullana.
Comparando su muerte con otras muertes que por desgracia suceden en nuestra ciudad y país, ¿qué distinta manera de vivir y por lo tanto de morir encontramos? vidas a veces muy jóvenes que se pierden o malgastan en cosas vanas y nada útiles. Vidas y muertes que no dan pena sino que nos cuestionan sobre sus causas y sus efectos, entonces nos preguntamos ¿dónde y cómo eran conducidas y qué papel tuvieron los padres de esas personas que con tanta prontitud dejan de existir? Hay tantas muertes inútiles realmente que nada ganamos ni nada perdemos con ellos o ellas.
En el velorio de Don Reynaldo se respiraba paz y gratitud, y como me dijo uno de sus hijos: “Estamos orgullosos de haber tenido un padre de esta categoría” y otro familiar con cierto humor me decía “¿Cómo podríamos clonarlo a don Reynaldo para que siga haciendo lo que hizo a favor de todos nosotros”.
La segunda pregunta que me hacía era: ¿Para qué sirve la historia? y ¿por qué es importante trabajar en ella? Si a Don Reynaldo le preguntáramos sobre ella, ¿qué nos diría? Quizá habría citado aquel principio latino que dice que “La historia es la maestra de la vida”. Ella nos enseña a vivir porque nos cuenta la vida de las personas y sus circunstancias. Sus ideales y sus derrotas, sus trabajos y sus sacrificios, sus triunfos y los sueños logrados. También la historia nos hace conocer quiénes hicieron historia y qué nos dejaron como herencia para que cuidemos lo hecho e imitemos su capacidad de construir y mejorar lo recibido. Y dependiendo de nuestras concepciones, en tal o cual sentido, a los hombres y mujeres que tuvieron responsabilidades y cómo las asumieron.
La historia la hacen no solo personas sino también las instituciones que de alguna manera van tejiendo eso que llamamos nuestra realidad social, allí están los municipios, las instituciones educativas, las organizaciones gremiales o profesionales, las iglesias, las empresas de todo tipo. La historia también la hace, la naturaleza por ejemplo, cuando hay aluviones, inundaciones, terremotos o plagas de mosquitos. Finalmente los conflictos también son parte de nuestra historia con sus causas y sus efectos. De todo ello escribe el historiador para que aprendamos de los aciertos y los errores.
Eso es lo que hizo nuestro estimado y respetado amigo don Reynaldo más allá de sus limitaciones y defectos. Allí está su obra para que la conozcamos, recibamos y hagamos un punto de partida para seguir investigando. Ojalá que su vida sea una motivación para los jóvenes varones y mujeres de nuestra ciudad, tanto para vivir sirviendo como haciendo historia en todo el sentido de la palabra.
Carlos Flores Lizama
Esta es mi modesta semblanza de mi tiempo como asistente de Don Reynaldo en temas informáticos. Aunque mi colaboración fue breve, conservo un hermoso recuerdo de haber conocido a una persona tan íntegra, caballerosa y, sobre todo, llena de conocimiento y lucidez como lo era don Reynaldo Moya Espinoza, quien firmaba sus dibujos como «reymoes».
Aquí me encuentro, revisando algunas de los trabajos que realizábamos con mi gran amigo don Reynaldo Moya, a quien conocí por los años 2008, cuando yo aún no era docente, siendo por intermedio de don Félix Augusto Miranda Severino, quien nos presento para poder ayudarle con algunos inconvenientes de su equipo de cómputo.
En ese entonces eran pocas las personas que tenían computadoras, don Reynaldo, a pesar de ser una persona bastante entrada en años, manejaba con más habilidad que cualquier usuario promedio las aplicaciones y los equipos de cómputo. Él requería de personas especialistas como un técnico de computación para tareas más avanzadas, y es aquí donde empieza mi papel como asistente de don Reynaldo Gustavo Moya Espinoza.
En los siguientes años nos dimos de lleno a digitalizar su obra y no solo eso, sino también a difundirla en el ciber-espacio, no solamente de publicarla en internet, pues lo hacíamos en servidores gratuitos como “Galeón” en esos tiempos; sino también y muchos recordaran en esos años, se acostumbraba reenviar mensajes de reflexión que nos llegaban a nuestro correo de Hotmail, Outlook, entre otros postales, videos, etc.
Don Reynaldo al ser una persona muy reconocida en todas las esferas culturales, académicas y sociales le llegaban mucho de estos correos, pero él lejos de incomodarse porque a veces le saturaban la bandeja de entrada, los abría e iba anotando los remitentes que más correos tenía como textos reenviados, siendo mi labor recolectar los correos de los remitentes que don Reynaldo previamente anotaba generando un banco de direcciones electrónicas, cuya cantidad fue más de 5,000 correos. Estas direcciones las usábamos para confeccionar grupos con correos personalizados a los que enviábamos desde el correo de don Reynaldo; claro está que había un tope por día algo de 300 aproximadamente; el contenido era un saludo cordial y a la vez era anexar las dirección de todos los sitios web donde se albergaba su obra, es decir Grau el Peruano del Milenio, la Breve Historia de Piura con todos sus tomos, además de otros libros.
Aquí también quiero destacar algo que me causó una profunda admiración: en su carpeta de almacenamiento, siempre encontraba archivos de texto con nombres como «Mensaje matinal 1° de abril 2008», «Mensaje matinal 2 de abril 2008» y así sucesivamente. Aunque sentía curiosidad por ver qué contenían esos archivos, nunca los abrí por mi cuenta. Sin embargo, un día Don Reynaldo me consultó sobre cómo copiar el contenido de uno de estos archivos en un correo de Hotmail, momento en el que comprendí que cada archivo era un saludo diario a sus hijos. Todos los días les relataba cómo habían pasado el día anterior él y su esposa, la señora Alicia, su fiel compañera de toda la vida. Compartía pequeños detalles cotidianos del hogar y otros acontecimientos, enviando estos correos a las direcciones electrónicas de cada uno de sus hijos. No hubo un solo día en el que dejara de enviar su habitual mensaje matinal, un gesto sencillo pero lleno de amor hacia sus hijos.
Puedo mencionar que don Reynaldo en el tema de la computación fue netamente autodidacta, aprendió a sus 90 años el manejo de Word y Power Point; algo que no sabía lo apuntaba en su cuaderno y a veces hasta dibujaba en él las pantallas que le habían salido y quería que le explique por qué le salía determinado mensaje. Poco a poco aprendía, ya por sus noventa y tantos años, se mantenía muy lúcido y con una habilidad y talento para recordar fechas y nombres, un prodigio de la historia, aunando a todo esto su habilidad creciente del uso de aplicativos; usaba el Paint para poder modificar y perfeccionar sus mapas escaneados.
Por cierto cabe recalcar que para cada 17 de setiembre día de su cumpleaños, curiosamente un día antes del mío, se reunía con su hijo e hijas que se encontraban fuera de Sullana para poder estar con él en su día, y escuchaba que le preguntaban “Papá que quieres que te regale”; o a veces el me comentaba que sus hijos le preguntaban y el pedía “UN PAQUETE DE HOJAS BOND”, aunque era muy ocurrente, su respuesta era lo que necesitaba, porque así se aseguraba de tener material para poder dibujar sus mapas y seguir imprimiendo datos importantes.
En ocasiones también nos daba apoyo su sobrino el señor Tito Sánchez, una persona también muy carismática y abierta.
En cierta ocasión había recibido de regalo un disco duro externo, lo que permitió crear una copia de seguridad de la data de su equipo porque algo que caracterizaba a don Reynaldo, era ser muy precavido, ya que tenía temor que algún virus informático o alguna falla en el equipo pudiera alterar o eliminar parte o toda la data de su computadora incluyendo su obra.
En otra ocasión, en Sullana se planeaba rendir homenaje a destacadas personalidades de la provincia, y Don Reynaldo figuraba entre ellas. Había quienes deseaban desesperadamente ser incluidos en esa lista. Recuerdo que un familiar de Don Reynaldo, le solicitó a él que intercediera para que también lo mencionaran y fuera considerado una persona ilustre de Sullana. Con su característico desinterés por el reconocimiento personal, Don Reynaldo gentilmente cedió su lugar en la lista. Para él, esas menciones no tenían relevancia; su verdadero anhelo era que su obra fuera difundida y trascendiera.
En una conversación, me compartió que una de sus metas era donar toda su amplia colección de libros a los centros educativos de Sullana. Su objetivo era que las personas, a través de estas obras, conocieran su historia, sus raíces, y así evitar que se repitieran errores en el futuro. Como él solía decir, «un pueblo que desconoce su historia está condenado a repetir los mismos errores»
Transcurría la mañana del 9 de octubre del 2012 cuando un familiar de don Félix Miranda me comunica que don Reynaldo había fallecido el día anterior 8 de octubre, al igual que su siempre admirado Caballero de los Mares Miguel Grau; fue una noticia muy dolorosa perder a un amigo tan querido que tuve la fortuna de conocer, guiarlo en cuanto a computo, aprender mucho de él, recibir sus consejos, charlar sobre temas diversos, no faltando nunca la historia y los relatos que a cualquiera dejaría fascinado al escucharlos.
Por siempre mi querido amigo.
Marco Antonio Quevedo Pulache